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Los seis puntos de vista ortodoxos


A partir de la Revelación de los Vedas, la ortodoxia de la tradición hindú, se han desarrollado seis « Puntos de vista » (Darshana). En el curso del tiempo, cada «Punto de vista » se ha establecido en «sistema autónomo» proponiendo una visión completa del mundo, del hombre y de la Trascendencia. En la India, numerosos son los partidarios de tal o cual  «Punto de vista » que critican o denigran los demás «Puntos de vista ». Pero los que se niegan a entrar en polémicas partidarias son también numerosos.   
Nos adherimos totalmente a la perspectiva de algunos Maestros espirituales hindúes y de René Guénon, según la cual estos « Puntos de vista », estos «ángulos de aprehensión, son de hecho unas maneras complementarias de abordar la Verdad universal.
Sin entrar en detalles, estos seis «ángulos de aprehensión» son los siguientes: 

- El Nyâya, o el « Punto de vista del razonamiento lógico ».
Fundado por Sri Gotama.
Este punto de vista desarrolla, en una perspectiva teísta, el razonamiento lógico y la epistemología, es decir la reflexión sobre los medios de conocimiento que se ofrecen al hombre, así como el método y el argumentario del razonamiento que hace falta poner en obra en el estudio de las Escrituras.         

- El Vaisheshika, o el « Punto de vista del análisis de lo percibido ».
Fundado por Sri Kanâda.
Este punto de vista propone una investigación, en una perspectiva teísta, sobre las particularidades y la especificidad de las cosas que percibimos, sobre la naturaleza y la finalidad de los ciclos de manifestación cósmica.     

- El Sâmkhya, o el « Punto de vista de la enumeración de los Principios cósmicos».
  Fundado par Sri Kapila.
Este punto de vista desarrolla, en una perspectiva no teísta, una cosmogonía tradicional, que no podría entrar en competencia con la cosmogonía científica, porque se sitúa en el nivel de los Principios metafísicos. Por otra parte, el Sâmkya explica como el espíritu personal (Purusa) puede liberarse de la influencia de la naturaleza cósmica (Prâkrit).

-El Yoga, o el « Punto de vista de la contemplación unitiva ».
Fundado por Sri Patanjali.
Este « Yoga », o esta « Disciplina llevando a la Unión» es esencialmente de orden contemplativo y no debe ser confundido con el Hatha-Yoga enseñado en occidente, el cual se limita a una gimnasia suave. El Yoga de Pantanjli empieza por establecer las prescripciones y prohibiciones relativas al comportamiento (yama nyama) requeridas en el sendero espiritual y luego expone el panorama de las prácticas de recogimiento así como sus efectos.

 -La Mîmâmsâ, o el « Punto de vista de la exégesis ritual ».
Fundada por Sri Jaimini.
Este punto de vista expone la naturaleza de los deberes que el hombre debe asumir, así como la naturaleza y las consecuencias de los ritos expuestos en la Vedas. Ritos que son de naturaleza teúrgica y constituyen un potente factor de evolución espiritual.         

- El Vedanta, o el « Punto de vista de la exégesis metafísica ».
Fundado por Sri Vyasa.
René Guénon nos dice que el nombre de Vyasa, a quien se atribuye igualmente la recopilación de los Vedas así como un conjunto de textos tradicionales, no designa a una persona en particular, sino a una personalidad colectiva que fue encarnada históricamente por una sucesión de «poseedores del Saber ». 
El Vedanta es la conclusión final (anta) y última de las Vedas. Se trata del estudio del sentido metafísico y soteriológico de las Escrituras.   
Es a esta perspectiva del estudio exegético de las Escrituras, realizado con el objetivo de sacar de ellas la conclusión final y su sentido profundo, que nuestra enseñanza se vincula.     

- Los tres niveles de Liberación.
Cada uno de los seis « Puntos de vista » propone una enseñanza espiritual completa y tiene por objetivo la obtención de la Liberación (Mukti), de la atadura al mundo de la trasmigración (samsara). Pero la manera de concebir esta Liberación difiere según los Puntos de vista. 
Podemos distinguir tres maneras de concebir la Liberación. Estas tres maneras no son contradictorias, se sitúan simplemente en unos niveles diferentes.
La primera perspectiva es la del espíritu trasmigrante (jivàtman o purusa personal), en el nivel neumático. En esta Liberación, el espíritu se libera de su conexión avasalladora que le ata al cuerpo, a la mente y al mundo, para reencontrar su estado de pureza y de libertad original. Esta forma de Liberación puede efectuarse sin ninguna connotación teísta.         
La segunda perspectiva es todavía la del espíritu trasmigrante, pero se sitúa en un marco teísta y se caracteriza para este espíritu por el hecho de alcanzar el más alto de los cielos del mundo espiritual, cualquiera sea el nombre dado a este. Se trata del logro de la perspectiva exotérica o religiosa
En la tercera perspectiva, que es la de la No-Dualidad (Advaita), la Liberación reside en la superación de todas las condiciones de existencia, incluso la de la pureza original del espíritu personal y la de la vida en el mundo paradisíaco. Superación que sólo puede realizarse si el «yo» personal es aniquilado en beneficio del reconocimiento del Ser único (Brahman), que es la única entidad realmente existente.

- El Mensaje de los Puntos de vista.
El hecho de que en el seno de una misma ortodoxia reconociendo la autoridad de las Vedas, se hayan desarrollado seis Puntos de vista con unas perspectivas tan diferentes, que van desde el teísmo, es decir la afirmación de la existencia de un Dios personal, hasta el hecho de no tener en cuenta esta afirmación, constituye una diversidad que nos entrega un Mensaje fundamental.
Podemos resumir este Mensaje de la manera siguiente: 
Sólo existe una Única Verdad, pero puesto que esta Verdad se sitúa en lo Inefable, cualquier formulación de la Verdad está mancillada por una cierta relatividad. Porque esta formulación no constituye más que un ángulo de aprehensión específico de Lo Verdadero. Así, más acá de la Verdad única y absoluta, las Verdades formulables no son más que unas facetas conceptuales y unos caminos hacia Lo Inconmensurable.
Imaginarse poseer la Verdad única y querer imponerla a los demás no constituye nada más que una forma particular de ceguera y podemos mirar con conmiseración la profunda estupidez que hace posible las «guerras de religión».   

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